El acero inoxidable es una aleación resistente a la corrosión
compuesta principalmente de hierro, cromo y, a veces, níquel. Es conocido por su
resistencia, durabilidad y resistencia al óxido y las manchas. El acero inoxidable, que se
utiliza habitualmente en electrodomésticos de cocina, instrumentos médicos, construcción,
piezas de automóviles y equipos industriales, es muy versátil. Su capacidad para soportar
condiciones adversas lo hace ideal para entornos en los que la higiene y la resistencia a la
corrosión son importantes, como el procesamiento de alimentos y las aplicaciones marinas.
Los tres tipos principales de acero inoxidable son: Austenítico:
no magnético, resistente a la corrosión y utilizado en el procesamiento de alimentos y
herramientas médicas. Ferrítico: magnético, con resistencia moderada a la corrosión,
utilizado en piezas de automóviles. Martensítico: magnético, fuerte y resistente al
desgaste, comúnmente utilizado para cuchillos y herramientas.
El acero inoxidable se oxida cuando su capa protectora de óxido
de cromo se daña o se ve comprometida. Esta capa se forma de forma natural cuando el acero
se expone al oxígeno, lo que evita la corrosión. Sin embargo, factores como la exposición al
agua salada, a productos químicos agresivos o a temperaturas extremas pueden romper esta
capa protectora. Una vez dañado, el hierro subyacente en el acero reacciona con el oxígeno y
la humedad, formando óxido (óxido de hierro). Aunque el acero inoxidable es resistente al
óxido, no es totalmente inmune, especialmente en entornos agresivos. El mantenimiento y la
limpieza regulares ayudan a preservar la capa protectora y a evitar la oxidación.
El acero inoxidable 316 se considera generalmente mejor que el 304
debido a su resistencia superior a la corrosión, en particular en entornos hostiles. Contiene
molibdeno, que mejora la resistencia a la corrosión por picaduras y grietas, especialmente en
entornos ricos en cloruro como el agua de mar. Si bien el 304 es muy resistente a la corrosión y
es adecuado para muchas aplicaciones, el 316 es más adecuado para aplicaciones marinas, químicas
y de alta temperatura. Sin embargo, el 316 es más caro que el 304, por lo que la elección
depende de las condiciones ambientales específicas y del presupuesto.
El acero inoxidable suele tener una estructura cristalina cúbica
centrada en las caras (FCC), especialmente en los grados austeníticos como el 304 y el 316. Esta
estructura le otorga al material su alta ductilidad, tenacidad y resistencia a la corrosión.
Algunos grados de acero inoxidable, como el ferrítico (p. ej., el 430) o el martensítico (p.
ej., el 410), tienen una estructura cúbica centrada en el cuerpo (BCC) o tetragonal centrada en
el cuerpo (BCT), que afecta sus propiedades magnéticas y su resistencia. La estructura
cristalina específica varía según la composición de la aleación y el tratamiento térmico, lo que
influye en las propiedades mecánicas y químicas del acero.
El acero inoxidable 304 es generalmente mejor que el 430 para la
mayoría de las aplicaciones debido a su resistencia superior a la corrosión y mejor
formabilidad. Contiene níquel, lo que mejora su resistencia a la oxidación y la corrosión,
especialmente en entornos más agresivos. El 430, un acero inoxidable ferrítico, es más asequible
pero menos resistente al óxido y la corrosión en comparación con el 304. Si bien el 430 es
adecuado para entornos interiores o templados (como electrodomésticos), el 304 es el preferido
para entornos más exigentes, como procesamiento de alimentos, equipos médicos o aplicaciones al
aire libre. El 304 también tiene mejor soldabilidad y resistencia.